sábado, julio 01, 2017

LECTURAS DEL DOMINGO 16 DE JULIO DEL 2017.


PRIMERA LECTURA. Isaías 55,10-11.

10Como bajan la lluvia y la nieve del cielo,
y no vuelven allá, sino que empapan la tierra,
la fecundan y la hacen germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan para comer,
11así será mi palabra, que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que hará mi voluntad
y cumplirá mi encargo.

Explicación.

55,10-11. Entre la cercanía (6) y la lejanía (9) de Dios media su palabra, que baja del cielo para realizar y revelar la salvación. Es como la lluvia: bendición primaria, don activo que desata actividad, riego que fecunda y hace engendrar. Su ritmo no es el de la eficiencia, sino el de la fecundidad. La lluvia pone en movimiento un ciclo: alimento hoy, semilla para la cosecha de mañana. 

SALMO. 65,10-14.

10 Tú cuidas de la tierra, la riegas 
y la enriqueces sin medida.


a acequia de Dios va llena de agua. Preparas sus trigales. 11 Así la preparas: riegas los surcos, 
igualas los terrones, tu llovizna los deja esponjosos; 
bendices sus brotes. 
12Coronas el año con tus bienes y tus carriles rezuman abundancia; 
13rezuman los pastos del páramo y las colinas se orlan de alegría; 
14las praderas se cubren de rebaños y los valles se visten de mieses 
que aclaman y cantan. 

EXPLICACIÓN.


 65,10 La "acequia de Dios" es la lluvia, que conduce el agua a cada punto del terreno.



 65,12 "Coronar" es completar felizmente una etapa, una tarea.



 65,13 El "páramo" no apto para el grano, pero bueno para pasto del ganado.



 65,14 Las ovejas "visten" los prados antes de vestir a los hombres.



Transposición cristiana.


Leamos el salmo sobre el fondo de nuestra liturgia eucarística. Una parte penitencia, con perdón de los pecados; alabanza cósmica e histórica concentrada en el prefacio; preces de los fieles que Dios escucha. Pan de mieses y vino de viñedos. La liturgia corona el ciclo semanal y anticipa el banquete celeste. 

SEGUNDA LECTURA. Romanos 8,18-23.

18Sostengo además que los sufrimientos del tiempo presente son cosa de nada comparados con la gloria que va a revelarse reflejada en nosotros.
           19De hecho, la humanidad otea impaciente aguardando a que se revele lo que es ser hijo de Dios; 20porque, aun sometida al fracaso (no por su gusto, sino por aquel que la sometió), esta misma humanidad abriga una esperanza: 21que se verá liberada de la esclavitud a la decadencia, para alcanzar la libertad y la gloria de los hijos de Dios.
          22Sabemos bien que hasta el presente la humanidad entera sigue lanzando un gemido universal con los dolores de su parto. 23Más aún: incluso nosotros, que poseemos el Espíritu como primicia, gemimos en lo íntimo a la espera de la plena condición de hijos, del rescate de nuestro ser, 

Explicación.

Precisa Pablo lo dicho en 8,17: no hay comparación entre sufrimientos y gloria (18). La humanidad, mejor que "la creación", según el contexto y el uso de Pablo (cf. 2 Cor 5,17; Gál 6,15; también Mc 16,15); se trata de la humanidad en general, por oposición a los que tienen el Espíritu, la misma humanidad corrompida descrita en caps. 1-3. El que la sometió (20), Dios, formulación religiosa de las consecuencias del pecado. Pero la humanidad sabe que la sanción es transitoria. La libertad no es sólo liberación del pecado, sino participación de la gloria divina (19-21).

          Los cristianos conocen el sentido de la historia: un parto difícil. Y saben formlar la esperanza: la filiación plena, la liberación de la persona (22-25).  


EVANGELIO. Mateo 13,1-23  o  Mateo 13,1-9.

   1 Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar.
2 Se congregaron alrededor de él grandes multitudes; él entonces se subió a una barca y se quedó sentado allí; toda la multitud se quedó en la playa.
3 Les habló de muchas cosas en parábolas:
                      - Salió el sembrador a sembrar.
4 Al sembrar, unos granos cayeron junto al camino; vinieron los pájaros y se los comieron.
5 Otros cayeron en terreno rocoso, donde apenas tenían tierra; como la tierra no era profunda, brotaron en seguida;
6 pero en cuanto salió el sol se abrasaron y, por falta de raíz, se secaron.
7 Otros cayeron entre zarzas; las zarzas crecieron y los ahogaron.
8 Otros cayeron en tierra buena y fueron dando fruto: unos, ciento; otros, sesenta; otros treinta.
9 ¡Quien tenga oídos, que escuche!
  10 Se le acercaron los discípulos y le preguntaron:
                   - ¿Por qué razón les hablas en parábolas?
                   11 Él les contestó:
                   - A vosotros se os han dado a conocer los secretos de reinado de Dios; a ellos, en cambio, no se les han dado;
12 y al que produce se le dará hasta que le sobre, mientras al que no produce se le quitará hasta lo que ha recibido.
13 Por esa razón les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender.
14 Se cumple en ellos la profecía de Isaías:

                 Por mucho que oigáis no entenderéis,
                 por mucho que veáis no percibiréis:
                 15 Porque está embotada la mente de este pueblo;
                 son duros de oído, han cerrado los ojos
                 para no ver con los ojos ni oír con los oídos
                 ni entender con la mente
                 ni convertirse
                 para que yo los cure (Is 6,9-10).

                 16 ¡Dichosos, en cambio, vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen!
17 Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron, y oír lo que oís vosotros, y no lo oyeron.
18 Escuchad ahora vosotros la parábola del sembrador:
19 Siempre que uno escucha el mensaje del Reino y no lo entiende, viene el Malo y se lleva lo sembrado en su corazón: eso es "lo sembrado junto al camino".
20 "El que recibió la semilla en terreno rocoso" es ese que escucha el mensaje y lo acepta en seguida con alegría;
21 pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto surge una dificultad o persecución por el mensaje, falla.
22 "El que recibió la semilla entre zarzas" es ese que escucha el mensaje, pero el agobio de esta vida y la seducción de la riqueza lo ahogan y se queda estéril.
23 "El que recibió la semilla en tierra buena" es ese que escucha el mensaje y lo entiende; ése si da fruto y produce en un caso ciento, en otro sesenta, en otro treinta.


EXPLICACIÓN.


1 - 9.           Mt relaciona el discurso con los episodios anteriores (aquel día). La casa, el círculo de los discípulos. El lago/mar, frontera con los pueblos paganos (4,18). Jesús se sitúa en la barca, entre Israel y los paganos.

 10 - 17.       Aparte con los discípulos. No ven la razón de hablar en parábolas; piensan que el mensaje es accesible a todos. Respuesta de Jesús: ellos, por su convivencia con él, han podido conocer lo que implica el reinado de Dios (universalidad, cese del privilegio e instituciones de Israel, señorío del hombre sobre la Ley), mientras las multitudes siguen aferradas al espiritu nacionalista. Eso las incapacita: se requiere una ruptura con esa ideología para entender el mensaje (11). Al que produce (lit. "al que tiene"), forma dinámica en vez de la estático-resultativa (cf. 16,7.8; 25,29); paralelamente, al que no produce, lo que ha recibido (12). Los discípulos deben saber apreciar su circunstancia (16).

18 - 23. Cuatro actitudes posibles en el mismo hombre. No basta oír, hay que entender (13,14.16), es decir, aceptar el mensaje como norma de vida. Si no, se cederá a la tentación (6,13) y no se hará la opción requerida (19). Superficialidad e inconstancia (cf. 5,10) (20s). Preocupaciones y atractivo de la riqueza (cf. 6,25.34) (22s). La tierra buena, cf. 7.24s, el que funda su casa sobre roca. El éxito del mensaje depende del hombre mismo. No habrá reino de Dios sin colaboraciń humana. 

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