miércoles, febrero 01, 2017

LECTURAS DEL VIERNES 17 DE FEBRERO DEL 2017.

Primera Lectura: Génesis 11,1-9.

1El mundo entero hablaba la misma lengua con las mismas palabras. 2Al emigrar de oriente, encontraron una llanura en el país de Senaar, y se establecieron allí. 3Y se dijeron unos a otros:
-Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos (empleando ladrillos en vez de piedras y alquitrán en vez de cemento).
4Y dijeron:
-Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos y para no dispersarnos por la superficie de la tierra.
5El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; 6y se dijo:
-Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. 7Vamos a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo.
8El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y dejaron de construir la ciudad. 9Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.

Explicación.

11,1-9 Varios temas se mezclan en este breve y famoso relato. Un eco de la rebelión de los titanes que intentaron escalar el cielo; una etiología sobre la multiplicidad actual de lenguas; una crítica política. Las lenguas se multiplican como castigo de Dios, para que los hombres no se entiendan en sus planes soberbios -paronomasia popular con el nombre de Babel-. La cultura urbana, que podría ser centro de convivencia pacífica, despierta el deseo de dominio imperialista -crítica de Babilonia-. La pirámida sacra o ziggurat, vista como la torre de asalto humano al cielo; pero que no llega, de modo que Dios ha de bajar para verla. La subida acaba en caída, la concentración en dispersión, el nombre famoso en nombre infamante. La maldición será anulada el día de Pentecostés (Hch 2).

11,7 Is 33,19.

11,9 Sal 12,4s.

11,6 Suena en contrapunto un sueño que un día podría ser esperanza: un pueblo, una lengua, una empresa, y el poder humano crece maravillosamente. Pero no cuando la corrompe la soberbia.

11,9 Para los babilonios Bab-ílanu es Puerta de los dioses; el autor le da una interpretación maliciosa.

Salmo: 33,10-15.

10 El Señor anula el proyecto de las naciones
y frustra los planes de los pueblos;
11 pero el proyecto del Señor se cumple siempre,
sus planes generación tras generación.
12 Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que se escogió como heredad.

13 Desde el cielo se fija el Señor
mirando a todos los hombres.

14 Desde su solio observa
a todos los habitantes de la tierra:
15 él, que modeló cada corazón
y conoce todas sus acciones.


Explicación.

33,10-11 De las palabras y obras sube al plan o proyecto; del orden cósmico se baja al plano humano de la historia. La antítesis tiene un ejemplo concreto en los versos 16-17. El hombre proyecta en Dios su modo de proyectar: Is 55,8s; Prov 19,21. La acción creadora es instantánea: "lo dijo y existió"; el plan humano abarca las "generaciones" humanas.

Dios, que enseña al hombre a planear razonablemente (Prov 20,18), ¿se complace en hacerlo fracasar? ¿Para mostrar su superioridad? (cfr. el desarrollo irónico de Job 12,14-25). La respuesta ya la ha dado el v.5: "ama la justicia".

33,12 La elección es única, exclusiva, iniciativa de Dios sin mención de méritos. También esta decisión es justa: cfr. Dt 33,29.

33,13-15 Prolonga dos líneas precedentes juntándolas: la línea de la "justicia" se completa con el conocimiento adecuado del juez; la línea de los proyectos humanos se prolonga en la penetración hasta el "corazón", donde fraguan los planes antes de su ejecución. Dios puede frustrar un proyecto en su fuente. Abarca a todos los hombres sin distinción.

33,15 Del conocimiento político o judicial se destaca el que tiene el artesano de su obra y materiales: "modela": Sal 74,14; 94,9; 104,26. La intimidad que piensa y decide ha sido objeto de una tarea artesana de Dios. Ha modelado a "cada uno", también en lo diferencial.


TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

Podemos fijarnos en la escena de Getsemaní: en la oración de Jesús para aceptar el designio del Padre; en el intento armado de un discípulo contra el plan de Dios. En el prólogo de Juan, 1,3 se cita o se alude a los versos 6.9 del Salmo.


Evangelio:Mc 8,34-9,1

34Convocando a la multitud con sus discípulos, les dijo: 
-Si uno quiere venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y entonces me siga; 35 porque el que quiera poner a salvo su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía y de la buena noticia la pondrá a salvo. 36Y ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero a precio de su vida. 37Y ¿qué podrá pagar para recobrarla? 38 Además, si uno se avergüenza de mí y de mis palabras ante esta generación idólatra y descreída, también el Hombre se avergonzara de él cuando llegue con la gloria de su Padre entre los ángeles santos. 
9 1Y añadió: 
-Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reinado de Dios con fuerza. 

EXPLICACIÓN.

Los dos grupos de seguidores (los discípulos, israelitas; la multitud, no israelita, cf. 3,32; 5,24b; 7,14.33). Condiciones para el seguimiento, es decir, para la construcción de la sociedad nueva: renunciar a toda ambición y rivalidad (renegar de sí mismo; cf. 9,35.42-50) Y aceptar hasta lo último, como Jesús, la hostilidad de la sociedad injusta (cargar con su cruz) (34). El destino del Hombre (31) es propio de todos los que aspiran a la plenitud humana (34). La opción es razonable: el egoísmo insolidario acaba en la muerte; la entrega por la difusión del mensaje hace superar la muerte (35). El «ser» contra la vanidad del «tener» y el «poder»; fracaso irreversible (36-37). Advertencia sobre todo para los discípulos: no ceder a la presión de la sociedad en que viven (esta generación, cf. 8,12; Dt 32,5), que, por su exclusivismo nacionalista, es infiel a Dios (38). El reinado de Dios conocerá un impulso extraordinario dentro de aquella generación, debido a la entrada de los paganos en el Reino después de la destrucción de Jerusalén (13,28-32;14,62); con fuerza de vida (cf. 5,30; 12,24; 13,26; 14;62) (9,1).

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