domingo, enero 01, 2017

LECTURAS DEL MIÉRCOLES 25 DE ENERO DEL 2017.


PRIMERA LECTURA. Hechos 22,3-16 o 9,1-22

Hechos 22,3-16.

3 - Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad; como alumno de Gamaliel, me eduqué en todo el rigor de la Ley de nuestros padres, con tanto fervor religioso como vosotros ahora.
4 Yo perseguí a muerte este Camino, apresando y metiendo en la cárcel a hombres y mujeres;
5 y son testigos de todo esto el mismo sumo sacerdote y todo el senado. Ellos me dieron credenciales para nuestros hermanos, y fui a Damasco para traerme presos a Jerusalén a los que hubiese allí, para que los castigaran.
               6 Pero sucedió que en el viaje, al acercarme yo a Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz celeste me envolvió de claridad,
7 caí por tierra y oí una voz que decía: "Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?"
8 Yo pregunté "¿Quién eres, Señor? Me respondió: "Yo soy Jesús, el Nazoreo, a quién tú persigues".
9 Mis acompañantes vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía el que me hablaba.
10 Yo pregunté: "Qué debo hacer, Señor?" El Señor me respondió: "Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te explicarán la tarea que se te ha asignado".
11 Como yo no veía por el resplandor de aquella luz, los que estaban conmigo me llevaron de la mano hasta Damasco.
            12 Un tal Ananías, hombre devoto al modo de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad,
13 fue a verme, se puso a mi lado y me dijo: "Saúl, hermano, recobra la vista". Y yo, en aquel mismo momento, recobré la vista y lo vi.
14 Él me dijo: "El Dios de nuestros padres se destinó a que conocieras su designio, vieras al Justo y escucharas las palabras de su boca,
15 porque vas a ser su testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
16 Y ahora, ¿a qué esperas?: levántate, bautízate y lava tus pecados invocándolo a él".

Explicación.

La fórmula inicial tiene puntos de contacto con la usada por Esteban (7,2), pero, a diferencia de éste, cuyo discurso era una invectiva contra el judaísmo desviado (cf. 7,51-53), Pablo declara desde un principio que habla en su propia defensa (gr. apología) (22,1). Según Lc (materiales propios), Jesús había prevenido reiteradamente a sus discípulos de no hablar en defensa propia (Lc 12,11; 21,14: gr. apologeomai). Así lo comprendió Esteban, por cuya boca habló el Espíritu Santo, y no pudieron resistir a sus palabras (6,10, cf. Lc 12,12; 21,15).

                    Proclamación profética y apología personal son incompatibles; la primera es irresistible, sin que los adversarios puedan contradecirla ni hacerle frente (cf. 4,8-12.14; 5,29-32.33; 6,10; 7,2-53.54s); a la segunda se puede contestar y no obtiene resultado alguno.

                    Por segunda vez, ahora en público, Pablo confiesa su identidad: "Yo soy judío" (3a lit., "individuo judío", expresión de cariz particularista; cf. Lc 22,58). Recuerda a la multitud su estancia en Jerusalén de joven y sus estudios rabínicos bajo la dirección de Gamaliel, el mismo que defendió a los apóstoles en el Consejo (3c, cf. 5,34).

                    Después de haberse presentado, les recuerda su propia conversión; es la segunda vez que se narra (cf. 9,1-19), ahora por boca de Pablo mismo. La primera parte del relato (6-16) coincide exactamente con la primera versión, a excepción de la revelación que le comunica Ananías sobre su futura misión universal ("ante todos los hombres") /14s). 
  
Hechos 9,1-22.

1 Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, fue a ver al sumo sacerdote
2 y le pidió credenciales para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a llevarse presos a Jerusalén a los que encontrase que seguían aquel Camino, lo mismo hombres que mujeres.
                     3 En el viaje, al acercarse a Damasco, de repente una luz celeste lo envolvió con claridad;
4 cayó a tierra y oyó una voz que le decía:
                    - ¡Saúl, Saúl!, ¿por qué me persigues?
                     5 Preguntó él:
                    - ¿Quién eres, Señor?
                    Respondió éste:
                    - Yo soy Jesús, a quién tu persigues.
6 Anda, levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo que tienes que hacer.
                   7 Sus compañeros de viaje se habían detenido mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie.
8 Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. De la mano lo llevaron hasta Damasco.
9 Estuvo tres días sin vista y sin comer ni beber.


  SAULO RECOBRA LA VISTA GRACIAS A ANANÍAS.


                 10 Había en Damasco cierto discípulo de nombre Ananías. El Señor lo llamó en una visión:
                 - ¡Ananías!
                 Respondió él:
                 - Aquí estoy, Señor.
                11 El Señor le dijo:
                - Ve en seguida a la calle que llaman Derecha y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Ahora está orando
12 y ha tenido una visión: que un individuo llamado Ananías entraba y le aplicaba las manos para que recobrase la vista.
                13 Ananías replicó:
                - Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus consagrados en Jerusalén;
14 y aquí tiene poderes de los sumos sacerdotes para apresar a todos los que invocan tu nombre.
               15 El Señor le repuso:
               - Anda, ve, que ese hombre es un instrumento elegido por mí par que lleve mi nombre delante de los paganos y de sus reyes, así como de los israelitas.
16 Yo le mostraré cuánto tiene que padecer por ese nombre mío.
               17 Partió Ananías y entró en aquella casa, le aplicó las manos y le dijo:
               - Hermano Saúl, el Señor me ha enviado, Jesús, el que se te apareció cuando venías por el camino, para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo.
               18 Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas y recobró la vista. Se levantó y lo bautizaron.
19 Luego tomó alimiento y le volvieron las fuerzas.


     SAULO PROCLAMA QUE JESÚS ES EL MESÍAS.


                Pasó unos días con los discípulos de Damasco,
20 y muy pronto se puso a predicar en las sinagogas sobre Jesús, afirmando que éste es el Hijo de Dios.
21 Todos los oyentes quedaban pasmados y comentaban:
                - ¿No es éste el que se ensañaba en Jerusalén contra los que invocan ese nombre?, y ¿no había venido aquí precisamente para llevarlos presos a los sumos sacerdotes?
               22 Pero Saulo se crecía y confutaba a los judíos que residían en Damasco, demostrando que Jesús es el Mesías.

Explicación.

 La conversión de Saulo ocupa el centro del tríptico. También esta secuencia consta de tres cuadros. El primer cuadro enlaza con el intento de Saulo de suprimir a la iglesia helenista (8,3), ampliando su radio de acción a las sinagogas de la diáspora (1s).

                    La primera fase de la conversión de Saulo tiene lugar en el camino de Damasco: primero ve una luz cegadora, experiencia visual (2, cf. 22,6; 26,13); luego escucha la voz de Jesús, experiencia auditiva, que lo llama en arameo por su nombre ("Saúl" persigue a "Jesús", su hermano, que se identifica con los perseguidos) y lo invita a levantarse de su postración (la "caída" de Saulo manifiesta externamente el derrumbamiento que se ha producido en su interior) y a ponerse en contacto con la comunidad de Damasco (4-6, cf. 22,7s.10; 26,14-16a).

                   Los acompañantes oyen ruido de voces, pero no perciben diálogo alguno ni distinguen a nadie (7, cf. 22,9; 26,13). Saulo, por su parte, ha quedado "cegado" por la revelación que le ha hecho el Señor (8a, cf. 22,11a), de cuyo contenido sólo se enterará el lector cuando Pablo tome conciencia plena de su misión (comp. 26,16-18; 22,17-21 con el enunciado escueto del v.6); al resistirle a aceptarla, la luz celeste lo ha dejado ciego; no así a sus acompañtes, quienes, según la versión dada más tarde por Pablo mismo, vieron la luz (cf. 22,9) lo mismo que él (26,13) y lo han de llevar de la mano hasta Damasco (8b, cf. 22,11b). Los "tres días" sin comer ni beber simbolizan el estado de muerte en que se encuentra (9).

                   Segundo cuadro: Da comienzo con la presentación de un personaje que representa a los discípulos helenistas de la diáspora (10a). Ananías tiene una visión del Señor, invitándolo a ponerse en contacto con Saulo, pues lo está aguardando (10b-12). El breve forcejeo con el Señor sirve para subrayar el fanatismo a ultranza del perseguidor (13s) y la calidad del futuro apóstol (15s).

                  La misión de Ananías es doble: vencer la resistencia de Saulo a aceptar a Jesús como el Mesías fracasado ante los judíos y que ha inaugurado el reinado universal de Dios ("para que recobres la vista") y bautizarlo con Espíritu Santo ("para que te llenes de Espíritu Santo") (17).

                 Saulo recobra la vista y es bautizado con agua (18; cf.22, 13-16). No se dice que haya recibido la fuerza del Espíritu, pero sí que va recobrando fuerzas (19a). La clave para entender este principio de conversión de Saulo (la conversión plena y definitiva tendrá lugar, como se verá, al final de Hch) reside en el tema "no ver/recobrar la vista", tema que ha aflorado ya en Lc 7,22; 18,31-34 y que reaparecerá en Hch 13,11, donde se podrá apreciar una serie de referencias a la presente escena.

                 Tercer cuadro: En Damasco, Saulo se dedica a predicar a los judíos que Jesús es el Hijo de Dios (20), el Mesías (22). Extrañeza de los oyentes (21). Saulo sigue fortaleciéndose (22).
  
SALMO. 117,1-2.


(Rom 15,11)
1 Alabad al Señor, todas las naciones, 
aclamadlo, todos los pueblos. 
2porque la lealtad del Señor
puede más que nosotros
y la fidelidad del Señor es perpetua. 
 
Explicación.

117 El salmo más breve del salterio. Un himno completo. Algunos han preguntado si era una antífona aplicable a otros salmos, o el esquema para un desarrollo libre. Un dato es llamativo: la motivación es nacional, "nosotros", la invitación es universal. ¿Es legítima y convincente la invitación? Pablo lo cita en Rom 15,11 para subrayar el alcance universal del mensaje evangélico. 

EVANGELIO. Marcos 16,15-18.

UN FINAL AÑADIDO AL EVANGELIO DE MARCOS.

Aparición a María Magdalena y a dos discípulos. (Mt 28,9-10; Jn 20,11-18; Lc 24,13-35).

15 Y añadió:
-Id por el mundo entero proclamando la buena noticia a toda la humanidad. 16El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará. 17A los que crean, los acompañarán estas señales: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, 18cogerán serpientes en la mano y, si beben algún veneno, no les hará daño; aplicarán las manos a los enfermos y quedarán sanos.

Sin comentarios (es un final añadido y no pertenece al autor del Evangelio). 

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